Robert Doisneau, el hombre que fotografió el beso perfecto

robert-doisneau

 

«Que el mundo siga girando. Nosotros dos formamos nuestro universo particular». Eso parece que siente la pareja que retrató Robert Doisneau allá por el año 50  y es todo un icóno de la fotografía del siglo pasado. Y es que El beso frente al Hôtel de Ville es el mejor reclamo para atraer al público a la exposición ‘La belleza de lo cotidiano‘ que organiza la Fundación Canal sobre Robert Doisneau.

 

«Hay imágenes que envejecen bien y que envejecerán cada vez mejor. Ésas son las buenas fotos”. Frases del propio Doisneau que parecían vislumbrar su propia trayectoria porque su obra, llena precisamente de excelentes imágenes, va mucho más allá de El beso. Tomó miles de fotografías en blanco y negro del París que el imaginaba en su cabeza, el París con el que el soñaba. «Mi foto es la del mundo tal y como deseo que sea»decía el propio artista. Carcajadas de novias, vestidos en movimiento, besos al aire en bailes, miradas cómplices… Doisneau creó a base de instantáneas un mundo perfecto, aunque un tanto nostálgico visto desde nuestro días.

robert-doisneau

Aunque no hay que olvidar que vivió la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Tal vez por eso sus fotografías de los años 50 y 60 tengan ese halo que me transmite la ya mencionada nostalgia. Por ejemplo, la imagen de unos niños solos de camino a una lechería te estruja un poquito el corazón.

También hay un collage, de tamaño bastante considerable, que me recordaba al tebeo 13 rue del percebe . Y es que tiene forma de edificio y en cada piso hay una escena cotidiana diferente. Muy curioso e interesante.

robert-doisneau-color

 

La exposición termina con la serie a color Palm Springs. Aquí entran en juego los tonos pastel tan característicos de los años 60 en Estados Unidos. Colores que contrastan con el blanco y negro austero de Europa. Tonalidades de opulencia, despilfarro y un poco de superficialidad californiana. No hay que olvidar, como muy bien explican las descripciones de la exposición, que Doisneau va precisamente a Palm Springs para elaborar un reportaje sobre la construcción de campos de golf en el desierto de Colorado para jubilados adinerados. Como todo buen fotógrafo de la época, Doisneau aceptaba encargos para hacer hucha.

Yo personalmente me decanto por el Robert Doisneau en blanco y negro, aunque admiro su ojo crítico en las fotos a color. Otro punto a favor es que sus dos hijas han sido las comisarias de la exposición y, por tanto, ellas han seleccionado las fotos.

Por último  retomo  El beso frente al Hôtel de Ville para comentar una anécdota sobre esta fotografía y que espero que no os arruine vuestro concepto sobre ella. El autor quería retratar el mundo como el quería que fuera, como ya he dicho al principio, y este beso es la perfecta representación del amor. Tan perfecto que en realidad los protagonistas son dos actores. Un tema que le trajo más de un dolor de cabeza a Robert Doisneau porque muchas personas reclamaron los derechos de imagen en los años 80, pero por suerte él aún conservaba el resguardo de la remuneración a los actores. Espero que esta pequeña anécdota no le haya restado magia a esta icónica fotografía porque después de todo una fotografía representa lo que el autor quiso plasmar, pero también lo que otra persona quiere ver. Seguid mirándola como el beso perfecto que es entre dos enamorados.

En conclusión, tenéis hasta el día 8 de enero para acercaros hasta la Fundación Canal (la sala que está en Plaza Castilla) para ver La belleza de lo cotidiano. Además, es gratuita. No hay excusa para no ir.

Deja un comentario