La Senda de los Poetas: buscando versos en la sierra de Guadarrama

Este es un medio post porque fue una medio ruta. Es lo malo de ir con la hora justa y que se te pueda hacer de noche en mitad del campo, así que lo mejor es asegurarse que llegas sana y salva, aunque falten cosas por ver.

En esta ocasión descubrí la Senda de los Poetas en la revista de viajes de ¡Hola!. Sí, la revista del corazón edita una publicación de viajes anual con destinos por España muy interesantes.

Bueno, al lío. Esta senda se localiza en Cercedilla y se trata de la ruta que llega hasta los miradores de la Fuenfría. Lo más cómodo es dejar el coche en el aparcamiento de Las Dehesas, próximo a Amazonia y las piscinas naturales Las Berceas de Cercedilla. De camino hasta ahí está el Centro de Visitantes del Valle de la Fuenfría que dispone de mapas y folletos con las rutas senderistas de la zona. Aquí os dejo el folleto «Sendas por el Valle de la Fuenfría«.

Como toda buena amante de la lectura, cualquier cosa que tenga palabras escritas me encanta,  así que algo tan peculiar como versos pintados en enormes piedras de granito a 1.650 metros de altitud simplemente me parece genial.

Además, si lo encontráis con una ligera capa de nieve el sitio es increíblemente fotogénico. ¿Y qué poetas podemos encontrar en estas piedras? Pues aquellos que amaron la Sierra de Guadarrama. Esos que se sintieron inspirados por sus cimas nevadas y sus pinos siempre verdes. Estoy hablando de Vicente Aleixandre –que vivió en Miraflores-, Leopoldo Panero, García Nieto, Gabriel García Tassara y Luis Rosales.

La caminata empieza en la Calzada Romana, tras pasar el puente romano pronto se ve la señalización en un árbol que indica que la ruta continúa por la derecha.

 

Aquí comienza la ascensión, que con un ritmo normal se puede realizar sin problemas, aunque en algunos tramos se complica con el camino en zigzag entre bosque espeso y donde hay que estar en alerta para ver bien las señalización (en la foto de abajo veréis que el árbol tiene un punto rojo anaranjado que no siempre se aprecia bien en la corteza) y no tropezarse con piedras o raíces de árboles. Así que no me parece apto para personas con movilidad reducida.

 

Tras atravesar el bosque llegaremos a la Carretera de la República, este itinerario sí está bien acondicionado, es una pista de tierra ancha por la que incluso pueden transitar carritos de bebé sin problemas (de hecho vi una familia con uno).

Volvemos a ascender un poco, pero con una pendiente mucho más ligera y llegaremos a los miradores. En este punto es donde acabó mi ruta. El tiempo se nos echaba encima y había que regresar para que no se nos hiciera de noche, así que no pude ver el reloj de Cela. Una excusa perfecta para volver este lugar tan literario.

 

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